UNIDAD 2 LAS CONTRADICCIONES DEL PROGRESO

UNIDAD 2 LAS CONTRADICCIONES DEL PROGRESO

 OBJETIVO DE LA UNIDAD

Comprenderás las transformaciones políticas, económicas y sociales del siglo XIX y principios del XX.

Así, podrás reflexionar sobre las contradicciones de estos procesos y su influencia en la actualidad.

Pensaremos sobre:

• ¿Qué contradicciones tuvo la idea de progreso indefinido del siglo XIX? 

• El mundo industrializado: ¿un mundo mejor?

• ¿Cómo impactan los procesos históricos en el medioambiente?

• ¿Cómo se relacionó el imperialismo con la idea de progreso y el liberalismo?

• ¿Cómo cambió el mundo con la Primera Guerra Mundial?

• ¿Cómo se reflejaron en Chile los ideales liberales del siglo XIX?

• ¿Qué contradicciones se vivieron en Chile en el cambio de siglo?

Lección 1
El mundo industrializado:  ¿un mundo mejor? 

LUNES 5 DE JUNIO 
(PAG 66 A 71 )

CONCEPTOS CLAVE DE LA CLASE
revolución industrial
progreso indefinido
darwinismo social
positivismo
materialismo histórico
belle epoque
lucha de clases
sociedad de clases

Mi idea inicial

En esta lección reflexionaremos sobre la Revolución Industrial y sus consecuencias. Además, analizaremos la idea de progreso indefinido y cómo esta se expresó en América y Europa. Para comenzar, responde en tu cuaderno:

• ¿Qué sabes sobre la Revolución Industrial y la idea de progreso indefinido?

• ¿Qué preguntas o inquietudes te generan estos temas?

• ¿Cómo puedes explorar estos temas y responder tus inquietudes?

1. La idea del progreso indefinido

Durante el siglo XIX y principios del XX, se desarrollaron procesos como la expansión de la industrialización y el avance de la ciencia. Esto promovió el surgimiento de una sensación de optimismo, en especial en la burguesía, grupo al que pertenecían los dueños de las industrias. Este optimismo se manifestó, principalmente, en los siguientes aspectos: 

• La fascinación por la ciencia y la tecnología.

Los adelantos tecnológicos y descubrimientos científicos que se desarrollaron en Europa ayudaron a expandir la sensación de que, mediante el uso de la razón, los seres humanos se podían acercar a la verdad y dominar la naturaleza.

• La fe en el progreso. La mentalidad del siglo XIX reflejaba la certeza de que la historia de los seres humanos era un camino lineal y ascendente, es decir, que el futuro sería mejor que el pasado gracias al progreso. Si bien esta fe en el progreso era una idea que ya existía en otras épocas, en este período se reforzó la percepción de que los seres humanos estaban avanzando indefinidamente desde un pasado «primitivo» hacia un presente y futuro «civilizado».

Estos supuestos influyeron en diversos aspectos de  la vida y en el surgimiento de distintas maneras de  interpretar la realidad y al ser humano. Sin embargo, poco a poco se irían evidenciando algunas contradicciones, pues los beneficios de este progreso no fueron iguales para todos los grupos de la sociedad.

2. América y Europa en el siglo XIX: ¿avanzando hacia un futuro mejor? 

Según diversos historiadores, la confianza en el progreso indefinido tuvo su máxima expresión en el período denominado Belle Époque (1871-1914) o «Época Bella». Se le llamó así por ser un periodo marcado por un sentimiento optimista, de expansión del desarrollo, de mejora de las condiciones de vida y salud y una creciente integración de la economía internacional. Algunos historiadores lo muestran como un momento de paz en Europa, pero en el que poco a poco se irán conformando conflictos a causa del imperialismo colonial.

Tanto en América como en Europa, la clase burguesa había consolidado su posición dentro de la sociedad. El poder adquisitivo, la vida en la ciudad, y las nuevas formas de producción industrial hicieron que este grupo dispusiera de más tiempo libre y desarrollara un  estilo de vida alegre y refinado, disfrutando de avances como el automóvil, la luz eléctrica, y de entretenciones como el cine, la radio, el teatro, clubes, conciertos. Se practicaron deportes como la esgrima, el ciclismo, el fútbol y el tenis. Las grandes ciudades se convirtieron en centros de vida artística y cultural donde se desarrollaron nuevos movimientos artísticos. En ellas se organizaron exposiciones de los avances científicos y tecnológicos de la época.

Por otra parte, en esta época, desde las ciencias sociales, la historia y la filosofía, surgieron diferentes maneras de interpretar la realidad y al ser humano. Por ejemplo, el positivismo, el materialismo histórico y el darwinismo social.

Positivismo

La exaltación del método científico y la razón dieron origen a la corriente filosófica positivista.

Esta sostenía que el único conocimiento válido era el que se obtenía de manera objetiva y científica, es decir, sin mayores interpretaciones. 

Materialismo histórico

Karl Marx y Friedrich Engels plantearon que la producción era la base del orden social y que la historia era una lucha de clases entre los que poseen los medios de producción y los que no. Las transformaciones sociales serían, según los autores, las consecuencias de este conflicto.

Darwinismo social

Interpretó los postulados de Darwin sobre la evolución de las especies y los extrapoló a las sociedades humanas.

Afirmaba que los grupos humanos tenían capacidades diferentes, por lo que era legítimo que las sociedades industriales guiaran hacia el progreso a las que consideraban «bárbaras».



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ACTIVIDADES 
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LECCIÓN 2 

Industrialización e Imperialismo europeo durante el siglo XIX

Objetivos

• Analizar el proceso de Revolución Industrial y sus principales consecuencias.

• Caracterizar al Imperialismo como una etapa de expansión del capitalismo, y como antecedente de la Primera Guerra -Mundial.

• Comprender aspectos generales de la sociedad europea finisecular.

1. Revolución Industrial: se conoce con este nombre al proceso histórico consistente en una transformación económica de la producción iniciada en Gran Bretaña. Este cambio producirá la desaparición de la sociedad tradicional basada en la producción artesanal y la agricultura y controlada por la nobleza, surgiendo la sociedad moderna sustentada en la industria y controlada por la burguesía. Entre sus causas destacan el uso de nuevas fuentes de energía (carbón y vapor), la presencia de abundante mano de obra procedente de zonas rurales, existencia de capital suficiente para reinvertirlo en nuevas actividades, y el asentamiento de una mentalidad empresarial y de un mercado integrado (interior y exterior) donde vender la producción. Este proceso se da en dos fases: 

a. Primera Revolución Industrial: la que transcurre desde mediados del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX. Entre sus características destaca la utilización de la máquina a vapor y el desarrollo de industrias y fábricas modernas.

b. Segunda etapa de la Revolución Industrial (1850 – 1915): Esta etapa de la Revolución Industrial se caracterizó por dos fenómenos paralelos: 

a. Una notable aceleración del progreso tecnológico, orientado principalmente al desarrollo de los transportes y las comunicaciones. Dentro de dichos avances destacan las nuevas formas de trabajar las materias primas. Los metales, principalmente el tratamiento del hierro, cambió drásticamente, ya que en un principio el proceso de fabricación de elementos ferrosos como estructuras o herramientas se realizaba mediante la fundición básica del metal, lo que cambió con el descubrimiento de nuevas formas de trabajar el metal a través de aleaciones con otros elementos.

Otro avance tecnológico importante fue el desarrollo de una industria química, lo que permitió las primeras aplicaciones de esta en la elaboración de colorantes artificiales, aparecieron los primeros productos farmacéuticos, la producción de perfumes a un nivel industrial, el desarrollo de materias plásticas sintéticas, sustancias para la conservación de alimentos, y el desarrollo de abonos orgánicos y minerales, como por ejemplo el salitre.

 En cuanto a las fuentes de energía, el carbón continuaba teniendo un desempeño importante, aunque no fue el único. La implementación de la electricidad se orientó a la instalación de alumbrado público y privado. También el descubrimiento e implementación del petróleo mostró utilidad a partir del diseño del nuevo motor de combustión interna ya entrado el siglo XX.

 Todos estos avances industriales y tecnológicos permitieron el desarrollo de un sistema de transportes con mejores características respecto del anterior, que funcionaba con tracción animal. Además de crear máquinas que poseían una mayor velocidad de transporte, aumentaron la capacidad de las cargas que se podían transportar de una sola vez. Esto mejoró las condiciones de productividad industrial al reducir los tiempos de desplazamiento tanto de las materias primas como de las personas, que constituyeron la mano de obra de este nuevo régimen. El medio de transporte que mejoró considerablemente este proceso fue la locomotora, que extendió las rutas comerciales y los alcances de cada centro productivo con los nuevos lugares que se volvieron sus proveedores de materias primas y, al mismo tiempo, sus consumidores.

 Además del transporte, las comunicaciones tuvieron un avance significativo a partir del invento de la telegrafía sin hilo y la aparición del teléfono, que facilitó las comunicaciones, ahora sin necesidad de un desplazamiento presencial. 

b. Una nueva organización productiva, asociada con la creciente industrialización del sistema capitalista. Las industrias debían acomodarse al nuevo ritmo de productividad.

Cuando se solucionó el problema de la velocidad con la que se adquieren las materias primas, era tiempo de producir al mismo ritmo. 

Gracias a la nueva velocidad productiva asociada al Taylorismo (Fordismo en el ámbito automotriz), se evidenció un capitalismo industrial, que se expandió desde Inglaterra a toda Europa continental y a los Estados Unidos. Esta nueva fase de desarrollo y organización se caracterizó por la concentración del capital y de la producción en pocas manos. A esta fase del desarrollo capitalista, se le ha denominado “capitalismo monopólico”.

 Las innovaciones técnicas y la mantención de la maquinaria pasaron a ser un costo de producción demasiado elevado para las empresas pequeñas, las que se fueron rezagando en la obtención de utilidades, ya que no podían competir en volúmenes y calidad de producción con las empresas más grandes.

Con el progresivo abaratamiento de las mercancías se generó una guerra de precios en que las empresas más grandes vendían a precios tan bajos que las más pequeñas no podían competir, debiendo cerrar o declararse en quiebra. Se habla así de una ley comercial basada en la oferta y la demanda de precios y productos.

2. Efectos de la segunda etapa de la Revolución Industrial: El proceso industrializador presentó un dualismo historiográfico, ya que así como existían quienes apoyaban el proceso basándose en sus efectos positivos, existían también quienes lo criticaban por sus efectos negativos. Uno de los más importantes efectos dice relación a lo sociocultural y demográfico (la denominada “Explosión Demográfica”) y con ella el inicio de un proceso de grandes migraciones continentales.

 Dentro de la mirada positiva del proceso, se evidencian efectos como: una mejora sustancial al sistema de transportes terrestre (ferrocarril y automóvil), marítimo (mejor fabricación de embarcaciones) y aéreo (dirigibles, y posteriormente, la aviación); un aumento en la cantidad y calidad de la producción industrial; gracias a estos dos procesos se puede hablar de un crecimiento económico paulatino. 

 Desde una mirada negativa se expone a una realidad basada en un sistema laboral sin regulaciones (no existían leyes laborales). Este sistema presenta características como un riesgo laboral constante en las faenas industriales (inexistencia de seguros), insalubridad y hacinamiento en las residencias obreras, y la existencia de jornadas laborales extensas que iban entre las 12 y las 15 horas continuas; esto incluye la realidad del trabajo infantil.

3. Imperialismo: Es un proceso de expansión territorial, económica, política y cultural desarrollado entre finales del siglo XIX y principios del XX por ciertos países europeos como por ejemplo Inglaterra, Francia, Bélgica, entre otros. 

Dentro de los factores que posibilitaron el desarrollo de dicho proceso se encuentran: 

a. Económicos: A partir de los postulados del liberalismo económico, se presentó la idea de poder expandir las economías nacionales. Esta expansión económica se resuelve a partir de la metodología basada en el abaratamiento de los costos de producción, asociados a los regímenes industriales de Europa. Para lograr dicho objetivo, las potencias europeas se ampararon en la búsqueda de nuevos lugares que permitieran la explotación de recursos y materias primas suficientes para alimentar su régimen industrial. Dichos recursos no pasaban por administraciones locales, lo que facilitaba la explotación y exportación hacia Europa. A su vez, la población nativa (considerada inferior desde la idea eurocéntrica) era percibida por el europeo como una mano de obra de bajo costo. Esto generó la expansión de un capitalismo industrializado. Además, considerando la dominación de los nuevos territorios bajo este esquema, se desarrollo un círculo constante en la economía capitalista industrial. Esto debido a que los nuevos lugares no solo proveían de materias primas o mano de obra de bajo costo, sino que también se volvieron los principales consumidores de los productos fabricados por los europeos.

b. Culturales: Desde esta perspectiva es relevante el desarrollo del eurocentrismo, que  proponía la supremacía de la cultura europea sobre las demás. El rol civilizador europeo  se sustentaba desde una mirada social y filosófica a partir de teorías como el positivismo o el darwinismo social. A partir de dichas teorías se desarrolló un componente racial que se impuso en el mundo finisecular, haciendo del hombre blanco, de acuerdo a esta particular visión, el más apto en capacidades en comparación del hombre de color. Esto  se considera un elemento de continuidad respecto al periodo conocido como época  colonial.

c. Políticos: Junto con el eurocentrismo se generó una conciencia colectiva, orientada al prestigio internacional. Este se pretendía alcanzar mediante la expansión progresiva de las potencias europeas. El desarrollo de la idea de Nación fundamentó el progresivo desplazamiento de las fronteras en la búsqueda de mejorar las oportunidades respecto de los sistemas productivos y comerciales. 

 Además, desde la perspectiva política, se debe abordar la facultad de distracción que ejercían los Estados respecto de sus conflictos internos. Esto se tradujo a su vez en un proceso de militarización de las naciones europeas para lograr cumplir sus objetivos expansionistas. 

d. Demográficos: La movilidad manifestada a partir del desarrollo tecnológico con los medios de transporte permitió un ciclo de migración a gran escala (Explosión Demográfica). Este proceso generó el aumento repentino de la cantidad de población existente en los lugares que experimentaron la industrialización. Si bien esto en un principio significó un problema, se solucionó a partir de la reubicación de la población excedente a otros continentes en cantidades masivas, por ejemplo: italianos a Argentina y Uruguay; alemanes a Brasil; italianos, irlandeses y europeos orientales a Estados Unidos. 

4. La distribución y control de zonas de influencia: El proceso de repartición de áreas de control por parte de las naciones europeas no fue equilibrado ni equitativo. Por el contrario, la avidez por dominar lanzó a las potencias a una verdadera carrera por la hegemonía mundial.

Gran Bretaña ya tenía un imperio colonial consolidado, y manifestó poco interés de incorporar nuevos territorios, por lo que Francia y Alemania encabezaron la repartición territorial. A ellos les siguieron Bélgica, Holanda e Italia. España y Portugal quedaron muy atrás. Entre 1884 y 1885, la Conferencia Colonial de Berlín (“Kongo-Konferenz”) delimitó las características que asumiría la partición y ocupación territorial de las nuevas zonas de expansión. Se estableció el derecho de las potencias a ocupar aquellos territorios en donde se dominaran las costas y la libre navegación de los ríos, lo que imprimió un nuevo dinamismo a la exploración de nuevas zonas posibles de expansión. A esto se le conoce con el nombre de “Colonialismo”. Si bien el concepto se utiliza en diferentes momentos de la Historia de la humanidad (referente al periodo colonial entre siglo XVI y XVIII), es durante el siglo XIX que se evidencia su máxima exposición.

5. La Paz Armada: periodo histórico que se extiende entre 1870 a 1914 y describe la situación geopolítica previa a la Primera Guerra Mundial, en que se produce una intensa carrera armamentista y alianzas militares entre diversas naciones. La paz era solo aparente, ya que la posibilidad de un conflicto bélico mundial crecía día a día. Entre las principales características de este periodo destacan el auge y la expansión del imperialismo, así como la frivolidad de las elites europeas basada en una vida de lujo y desenfado (conocida como “Belle Époque”), mientras la situación internacional era cada vez más tensa y peligrosa. El imperialismo aumentó las fricciones internacionales, por lo que se produjo una serie de alianzas que demarcaron los dos grandes grupos que se enfrentaron en la Primera Guerra Mundial. Estos dos grupos se denominaron: Triple Alianza (Alemania, Austria-Hungría e Italia) y la Triple Entente (Rusia, Francia e Inglaterra). Ambas trataron de imponerse por medio del poderío militar. Debido a  esto, aumentaron considerablemente sus recursos, además del ascenso en la elaboración de  nuevos tipos de armamento.

 En el plano económico, esta carrera armamentista influyó en el desarrollo de políticas proteccionistas en las relaciones comerciales. Las causas de este viraje (desde el librecambismo predominante desde 1815) fueron la crisis recesiva que caracterizó a la economía europea desde 1871 a 1896, y el desarrollo del transporte marítimo, que permitió el acceso de materias primas de todo el mundo a Europa, pero desincentivó el comercio entre naciones europeas.

En suma, este período tuvo las siguientes características centrales:

• Existencia de un deseo de equilibrio territorial entre las potencias europeas.

• Existencia de un foco de conflictos en los Balcanes, en donde se enfrentaron las aspiraciones expansionistas de Rusia y Austria- Hungría.

• Crecimiento y aceleración de la carrera armamentista.

• Desarrollo de una propaganda nacionalista, que exacerbó las diferencias entre los habitantes de los distintos países europeos, especialmente entre franceses y alemanes.






Inserción de la economía chilena en el orden capitalista del siglo XIX

 1. Librecambismo: es la doctrina económica surgida del pensamiento liberal que promueve una reducción del rol del Estado en la economía, la defensa de la libertad de comercio como principio fundamental y la reducción de impuestos aduaneros para favorecer los intercambios de productos entre las naciones. A nivel internacional, esta forma de pensar la relación económica se impuso de la mano de la Revolución Industrial, junto con la idea del progreso indefinido y la difusión del capitalismo, consolidándose relaciones de dependencia y complementariedad entre economías industrializadas (que abastecen de manufacturas y productos elaborados) y economías productoras de materias primas (necesarias para la elaboración de dichos bienes). En Chile, estos principios fueron difundidos por el economista francés Gustave Courcelle Seneuil, profesor contratado como asesor del Ministerio de Hacienda, y como docente de la cátedra de Economía Política de la Universidad de Chile, por el gobierno de Manuel Montt.

2. Ciclos de crecimiento económico: el proceso de expansión de la economía chilena producido durante el siglo XIX se debió al desarrollo de ciclos de crecimiento del comercio, la agricultura, la minería y la industria; además, mediante la implementación de una política económica liberal, Chile se incorporó paulatinamente al sistema económico mundial. Este proceso remonta sus orígenes al periodo de la Independencia con la dictación de la libertad de comercio. Sin embargo, la situación bélica de la época impidió un buen desenvolvimiento económico del país: la escasez de mano de obra, el desorden de las finanzas públicas y la compleja situación agrícola imposibilitaron un mayor progreso. Durante el periodo de organización de la República, la situación de crisis y estancamiento se prolongó, debido a los problemas para ordenar la economía, derivados de los conflictos políticos. De esta manera, hubo que esperar hasta el advenimiento de la República Conservadora para que la economía chilena recibiera un impulso decisivo.

a. 1830-1857: bajo una visión pragmática que transitaba entre el proteccionismo y el librecambismo, en la década de 1830 se inició una reactivación del comercio y, durante los gobiernos de José Joaquín Prieto y Manuel Bulnes, el ministro de Hacienda Manuel Rengifo sentó las bases para la recuperación económica mediante una reforma tributaria, la reducción del gasto público, la reorganización de las finanzas públicas, una reforma del régimen aduanero y la instalación de almacenes francos en Valparaíso (1832), con la que buscó transformar al puerto en el centro comercial y financiero del Pacífico Sur. Este esfuerzo inicial impulsado desde el Estado, fue complementado con el desarrollo de la minería gracias al descubrimiento de los yacimientos de plata de Chañarcillo (1832) y Tres Puntas (1848), los de cobre de Tamaya (1852) y los de carbón mineral en Lota y Coronel hacia 1850. Esta actividad evolucionó debido a los aportes de empresarios extranjeros y chilenos que se instalaron en Atacama, Coquimbo y Arauco y que modernizaron esta actividad a través de nuevas técnicas de trabajo (como el horno de reverbero, en la década de 1830) y prácticas financieras como la colaboración entre los productores o fundidores y los habilitadores (prestamistas) para la explotación de un determinado yacimiento. Además del impulso producido por el auge minero, la agricultura se reactivó gracias a la reanudación de las exportaciones de trigo al Perú, y durante la década de 1850, los envíos de dicho cereal crecieron exponencialmente gracias a la demanda provocada por la “fiebre del oro” en Australia y California. Otras mejoras en este ámbito fueron la paulatina modernización de las haciendas (promovida por la Sociedad Nacional de Agricultura fundada en 1838) y la ampliación de áreas de cultivo, además de la incorporación de nuevos cultivos como diversas variedades de trigo, la betarraga azucarera, el tabaco y la vid.

b. 1857-1878: entre 1857 y 1860 se produjo la desaceleración de este primer ciclo expansivo, ocasionada por el fin de la demanda internacional de harina y trigo desde Australia y California, la construcción del ferrocarril por el Estrecho de Panamá que iniciaría el declive de Valparaíso y la caída de los precios internacionales de plata y cobre. Tras esta etapa de declive del ciclo económico se consolidó la tendencia hacia la liberalización de la economía nacional (iniciada por el gobierno de Montt en el ámbito agrícola al terminar los mayorazgos) y, de la mano de un nuevo ciclo de expansión internacional ocasionado por la Segunda Revolución Industrial, se inició el segundo ciclo de crecimiento económico. De este modo, a partir de 1865 Chile se convirtió en uno de los principales proveedores de trigo a Inglaterra y con el auge del mineral de cobre de Tamaya y el descubrimiento del yacimiento de plata de Caracoles (1870), la minería vivió una segunda etapa de crecimiento. Además, en este periodo se produjeron los inicios de la explotación del salitre en el Norte Grande y el crecimiento de la incipiente industria nacional. Este ciclo se mantuvo hasta fines de la década de 1870, cuando nuevamente se produjeron los efectos del estancamiento económico internacional y la caída de los precios de las materias primas.

A modo de conclusión, se puede señalar que a lo largo de estos dos ciclos económicos se profundizan las dos tendencias fundamentales de la economía nacional: la exportación de materias primas (mineras y agrícolas) y la dependencia con respeto a los ciclos económicos internacionales.

3. Sistema financiero chileno: de la mano de la expansión de la economía, se produjo la formación de un sistema financiero necesario para el desenvolvimiento de las actividades mercantiles, industriales y mineras. A comienzos del periodo republicano, los intercambios comerciales se realizaban exclusivamente en metálico, es decir, en monedas de oro y plata; solo hacia la década de 1840 se produjo el surgimiento de mecanismos de financiamiento y los comienzos de la emisión del papel moneda o billetes: en un comienzo, fueron casas mercantiles y los habilitadores mineros los que actuaron como prestamistas, para dar paso en la década siguiente a instituciones formales como la Caja de Crédito Hipotecario (1855) o el Banco de Depósitos y Descuentos de Valparaíso (1856). Fue clave en este proceso la promulgación de la Ley de Bancos en 1860, que otorgó amplias libertades para la formación de instituciones bancarias, siendo autorizadas para emitir billetes convertibles en oro y otorgándoseles ciertas garantías para su funcionamiento. Así, se incentivó la creación de nuevos bancos como el Banco Nacional de Chile (1865), el Banco Ossa y Cía. (1866) o el Banco de Agustín Edwards y Cía. (1867). La especulación y la desregulación provocaron problemas de orden financiero que conducirían a que el Estado decretara la inconvertibilidad provisional del billete bancario hacia fines de la década de 1870.

4. Crecimiento industrial, modernización y urbanización: el crecimiento de la industria manufacturera iniciado en 1860 se produjo a raíz del panorama general de expansión económica:

vinculadas a la minería, se crean fundiciones de cobre y fábricas de ladrillos para hornos; a la agricultura, molinos y fábricas de producción de alimentos y bebidas; el crecimiento de la población urbana estimuló la industria textil y del calzado. Gracias al desarrollo del crédito y la banca, fue posible financiar nuevas industrias y las obras públicas que el Estado realizó (puertos, ferrocarriles y caminos) facilitaron el intercambio de estos productos; tampoco se debe ignorar el efecto de las crisis internacionales, las que al disminuir las importaciones de bienes manufacturados desde Europa o Estados Unidos estimularon a la industria nacional. La modernización técnica de gran parte de las actividades económicas del país fue un factor decisivo en el crecimiento de los distintos sectores de la economía: minería, agricultura e industria se vieron beneficiadas con la incorporación de nuevas tecnologías y herramientas que permitieron un aumento de la producción. En este sentido, destaca también la expansión y mejoramiento de los medios de transporte y comunicación impulsados por empresarios privados y por el Estado: gracias a la extensión de líneas férreas en el Norte Chico (Copiapó Caldera) y en la Zona Central (Santiago-Valparaíso) Se mejoró ostensiblemente la conectividad nacional y facilitó el comercio interno y externo; la incorporación de líneas telegráficas, por ejemplo, permitió que las comunicaciones fueran mucho más rápidas al interior del país e integrar paulatinamente a Chile con resto del mundo.

5. Consecuencias sociales de los cambios económicos: el desarrollo económico del siglo XIX tuvo un impacto importante en la estructura de la sociedad chilena, que queda de manifiesto en los siguientes procesos:

a. Desarrollo del empresariado: en la primera mitad del siglo XIX, los empresarios e inversionistas privados fueron los principales impulsores del desarrollo económico.

Dentro de las actividades a las que se dedicaron, se cuentan la exportación de minerales y productos agrícolas, el comercio y la banca. Desde el punto de vista social, provenían de incipientes sectores medios, pero con una mentalidad emprendedora y mercantil, destacando en este sentido hombres como el empresario minero del cobre José Tomás Urmeneta. Entre las características de este grupo destaca su capacidad para integrar verticalmente sus negocios: es decir, intervinieron desde la extracción hasta la comercialización de un bien. Primero fueron productores o prestamistas, luego invirtieron en la construcción de fundiciones y ferrocarriles y, finalmente, pusieron su capital en el transporte marítimo, en la formación de bancos y en bienes inmuebles: los ejemplos más notables fueron el empresario Agustín Edwards Ossandón y Matías Cousiño. Este grupo, con el tiempo, se fue consolidando y se mezcló con la antigua aristocracia terrateniente, formando una verdadera oligarquía empresarial y financiera. No debe dejar de considerarse el aporte de los inmigrantes, que dinamizaron la actividad comercial, industrial y financiera e integraron prontamente este grupo oligárquico.

b. Diversificación de los sectores populares: en cuanto a los sectores populares, el fenómeno más relevante es la diversificación de la fuerza de trabajo a raíz del desarrollo industrial, agrícola y minero. En cuanto a la agricultura, los inquilinos de periodo colonial se multiplicaron en el campo y se transformaron en pequeños productores de trigo que vendían y comercializaban sus cosechas. Sin embargo, desde 1850 se produce un crecimiento del latifundio en desmedro de estos labradores, que empezaron a migrar masivamente a las ciudades. Los mineros, se especializaron en cateadores y pirquineros, buscaban vetas de mineral y trabajaban los piques mineros, dependían de los habilitadores o prestamistas y lentamente se fueron transformando en peones de las empresas mineras. Por último, los trabajadores de las ciudades comprendían artesanos independientes dedicados a una variedad de oficios, pero disminuyeron a lo largo del siglo debido a la consolidación de la industria manufacturera. En este contexto también destaca el trabajo de las mujeres, las que lentamente se incorporaron como fuerza laboral.



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